martes, 30 de marzo de 2010

Cine y Política

Cine y Política


La producción de algunas películas de marcado cariz político como L’affaire Dreyfus (1899), de Georges Méliès o El nacimiento de una nación (1914), de David W. Griffith, abren el camino para que se produzcan a lo largo de las décadas un elevado número de títulos que quieren manifestar posiciones políticas en las que la industria cinematográfica declara sus principios. No obstante, en este marco cabe señalar que depende de qué industria se trate para que su alcance social sea mayor o menor, pues según se trate de películas estadounidenses, alemanas, italianas, francesas, soviéticas o españolas, por poner algunos ejemplos, así será el control que se ejerza sobre una determinada producción.
Es quizá en el ámbito propagandístico en donde se aprecia un control más riguroso del medio y de la actividad de las productoras. En la Unión Soviética, tras la revolución de octubre de 1917, el cine pasa a depender del Comisariado del Pueblo para la Instrucción, lo que supone un vuelco total en los planteamientos industriales del mismo: el director será un artista al servicio del espíritu socialista. El cine alemán comenzará en los veinte a definir muchos aspectos políticos que alcanzarán una mayor dimensión con el ascenso del nazismo en los años treinta.
El cine norteamericano no escapará a esta intención temática en buena parte de sus películas de los veinte y treinta, aunque alcanzará su mayor expresión con la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, la “caza de brujas” impulsada por el senador McCarthy y la tensión política que sigue entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el periodo conocido como “Guerra fría”, que significó una mayor implicación de la política en el cine mundial.

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